Incluir hipnosis y fármacos bajo un mismo epígrafe, no significa que tengan algo semejante o que tomar una píldora equivale a ser hipnotizado y viceversa.
Las dos formas de evitar el insomnio tienen tantas diferencias entre sí como el agua y el vino y bastaría con atender a las actitudes más comunes de la gente ante una y otra para saber que, no por citarlas juntas, alguien va a pensar en sustituir una por otra. La actitud más general ante la hipnosis es la de considerarla una práctica mágica o una superchería y en el fondo temerla. La actitud ante las píldoras para dormir es ya hija de la confianza en la ciencia y la medicina.
La característica más común a las dos formas de tratar el insomnio, es que el insomníaco no tiene que hacer absolutamente nada para vencer su insomnio salvo ponerse a disposición de la química o del hipnólogo.
Al contrario que todos los consejos que se han dado hasta ahora y las técnicas de relajamiento, objeto del epígrafe posterior, todo viene desde afuera. Esto puede ser un “handicap” para muchas personas, que a la larga siguen dependientes de algo que no es ellos mismos para la curación de su insomnio.
Cuando en 1903 un científico, Fisher, descubrió el primer barbitúrico utilizable para fines hipnóticos, inauguró toda una era. A ese primer barbitúrico le llamó Veronal por considerar que la ciudad italiana de Verona era la más tranquila del mundo.
El Veronal fue el comienzo de una serie de barbitúricos cuyo efecto hipnótico arreglaba de una vez por todas el problema dichoso del sueño. Lo malo de los barbitúricos, es que, además de producir adición (luego, es muy difícil dejar de tomarlos si se quiere dormir), una dosis elevada puede causar la muerte.
Además de los barbitúricos, la otra gran solución farmacológica al insomnio, son las Benzodiacepinas. Su éxito se basa en que reducen la ansiedad y son unos magníficos relajantes musculares, además de provocadores del sueño. Lo que más los diferencia -cara al público- de los barbitúricos es que son menos peligrosos en cuanto a la dosis necesaria para producir la muerte, bastante mayor en éstos.
El hecho de que los fármacos que acabamos de hablar sean llamados hipnóticos, no quiere decir que el modo en que actúan sea similar al de la hipnosis. La coincidencia entre ambas palabras es su raíz común, que significa sueño.
A la hipnosis se la llamó así por su semejanza con el sueño, aunque posteriormente se ha comprobado su diferencia con el sueño normal. La hipnosis se basa en la sugestión y en la voluntad del paciente de ser hipnotizado. El individuo en estado hipnótico acepta cualquier sugestión que el hipnólogo quiera inducirle.
De esta forma, el hipnólogo puede sugerirle que duerma bien todas las noches y a una hora determinada. A esa hora es posible que el sujeto tenga unas ganas enormes de irse a la cama y dormir. El sistema es, desde luego sencillo para el individuo, pero con él, depende de alguien, que no es él mismo, para llegar a conseguir un sueño normal todos los días.