Además de la diferencia ya señalada con respecto a la conciencia, entre el soñar despierto y dormido hay otra notable: el orden en las escenas soñadas.
Lo imaginario en los sueños y en la vigilia.
Cuando se sueña despierto siempre hay un hilo conductor de la imaginación, bien porque ésta comienza a trabajar a partir de recuerdos que son evocados por la situación o circunstancias externas en que nos encontramos, bien porque, conscientemente, nos ponemos a imaginar, movidos sólo por circunstancias anímicas y no externas, en la dirección que nos interesa.
Tanto en uno como en otro caso, existe un cierto orden lógico. En cambio, durante el sueño las escenas discurren sin ningún orden al menos aparente; aun dentro de una misma escena, las imágenes se suceden de forma caótica, se mezclan rasgos de unas personas con los de otras, hay saltos cronológicos y geográficos… Todo hace pensar que la causa de este desorden en lo soñado es la falta de conciencia.
Entonces, en las escenas y la propia confusión de lo soñado, ¿no hay algo que nos pueda orientar sobre la manera de ser y, en su caso, sobre la neurosis del individuo que sueña?
Para Freud y muchos psicoanalistas, como más adelante veremos, todo lo soñado tiene sentido, sólo que éste no es aparente, sino críptico, oculto.
No hay duda de que en lo soñado influyen de alguna manera los recuerdos, sobre todo de hechos recientes, y la carga emotivo-afectiva que les acompañó. En este sentido los sueños pueden aportar algunos datos sobre el carácter del individuo y la importancia que determinados sucesos han tenido para él.
Otra diferencia entre el soñar despierto y el soñar dormido es que en esta última situación suelen ser las sensaciones corporales las que —como ya hemos dicho antes— inician el ensueño y le imprimen un determinado carácter y dirección. En cambio, cuando la imaginación actúa durante la vigilia, son más bien las circunstancias ambientales las que la ponen en marcha y, en ocasiones, la propia voluntad del sujeto.
Esa diferencia se explica porque mientras dormimos las influencias ambientales desaparecen casi por completo, por lo que las sensaciones somáticas adquieren mayor relieve y nitidez.
Con todo, la diferencia tampoco es considerable, ya que en el estado vigilia influyen sobre la imaginación la situación hormonal del sujeto, el cansancio, etc.